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jueves, 23 de junio de 2011

Las Lesbianas en el Cine y la Literatura 3

Adoradas alumnas de la ESCUELA PARA SEÑORITAS, espero que estén disfrutando de estas clases de cultura lésbica general. Como nos han retratado los autores en diferentes épocas. Hoy toca presentarles EL ANSIA, (The Hunger) de Whitley Strieber. Se trata de un autor originario de San Antonio Texas que en 1980 presenta esta novela de vampiros. Para 1983 se estaba estrenando la película dirigida por TONY SCOTT y con CATHERINE DENEUVE, DAVID BOWIE Y SUSAN SARANDON.
Miriam Blaylock (Deneuve) es una vampira ancestral que puede escoger parejas de cualquier sexo para vivir eternamente junto a ellas. John Blaylock (Bowie) ha sido el último de los elegidos y viven juntos en Nueva York, en una casa bellísima llena de todas las antigüedades que han acumulado en su larguísima existencia.  Myriam toca el piano y John el cello y le dan clases de piano a Alice, una jovencita que estudia violín con ellos. Alice y Myriam tienen una amistad entrañable, no así con John.
Los señores Blaylock salen de cacería a un antro industrial de la ciudad.  Ambos llevan un ankh (la cruz de la vida egipcia) en el cuello. Escogen a una pareja y se los llevan a su mansión ahí hay una escena erótica de las dos parejas en un baño. El ataque llega, ambos toman su cruz egipcia y desenfundan una navaja con la que les cortan la yugular a las visitas. Se meten a bañar juntos y vemos la sangre deslavarse de sus cuerpos yéndose por la coladera. Para siempre es la promesa que hace Miriam a John, para siempre.
Una mañana John se da cuenta que su aspecto se está deteriorando, está perdiendo su juventud y sabe que su vida inmortal no es tal, que está envejeciendo por minutos. En la televisión se presenta la Dra. Sarah Roberts que estudia el reloj biológico del cuerpo y tiene teorías para manipularlo, todo está en el libro que presenta en el programa. John y Miriam se interesan en el tema. Y cada uno por su lado busca tener contacto con la Doctora.  Roberts por su parte vive con Tom, otro médico con el que trabaja en sus estudios y su pareja sentimental.
John ha pasado de verse como un hombre de 35 años a verse como de 60 para el momento en que contacta a la doctora en su laboratorio. La doctora no le cree y lo deja esperando horas en las que John padece el ansia de alimentarse de sangre humana con la idea de restituirse con ello. Deja el consultorio pero antes se topa de nuevo con la doctora y le reclama que lo haya hecho esperar horas y horas, ahora es un anciano octogenario. De camino a su casa se encuentra con un joven bailando en patines. Lo ataca pero no tiene la fuerza para dominarlo y se escapa. Llega a su casa donde Miriam no está pues ha salido a comprar el libro  la doctora Roberts y asiste a la firma de libros. Por primera vez se miran Myriam y Sarah. La atracción entre ellas llena la pantalla.

Llega Alice a la casa donde John anciano le abre la puerta haciéndose pasar por un amigo, Le pide que toque algo en el violín y mientras ella obedece le corta la garganta para saciar sus ansias. Sin embargo la sangre no lo restituye, por el contrario, ha seguido envejeciendo y ya no puede disponer del cuerpo de la muchacha para cuando llega Miriam y lo ve con sus cientos de años a cuestas y cada vez más incapaz de moverse. Miriam lo acuna entre sus brazos llamándolo mi amor, mientras él le pregunta qué pasó con su juventud eterna. John le pide un beso y se recrea una de las escenas de amor más bizarras del cine. Un anciano decrépito besando a una de las mujeres más bellas del mundo es un paisaje boscoso e inquietante. Una belleza morbosa se trasluce en ese beso.  John ya en estado vegetativo yace en los brazos de Miriam mientras lo carga al ático de la casa. Ahí yacen todos los antiguos amantes. Lo deposita en un cajón y lo olvida en un rincón. Alice está muerta, su única amiga en la vida. John perdido por el peso de cientos de años. El timbre suena, se trata de la doctora Roberts que busca a John para ver su caso y disculparse por haberlo dejado esperando en su pasada visita. Sarah se sorprende de ver a Miriam abriendo la puerta. Las dos mujeres están solas en la casa. Miriam toca en el piano una tonada de Delibes. Toman un licor en copas antiguas. La tensión entre las dos mujeres se siente en el aire hasta que Sarah le pregunta sobre la canción que está tocando y si la estaba tratando de seducir a lo que Miriam responde que no se había dado cuenta si la estaba seduciendo. Se trata de una canción de Lakmé, la princesa hindú y su sirvienta Malika caminan junto al rio y cantan juntas. Sarah opina que suena como una canción de amor, a lo que Miriam contesta que no sabría decirle pues es una canción que se interpreta entre dos mujeres. La doctora derrama el licor en su blusa accidentalmente lo que da a pie a que se la quite. Miriam se acerca a besarla y la música estalla en un bellísimo dueto. Sarah y Miriam se van a la cama donde están haciéndose el amor cuando Miriam derrama un poco de su sangre y se la da a tomar a Sarah. Las sangres se mezclan, Sarah no solo ahora es lesbiana o bisexual por lo menos, sino vampira. El sexo con la conversión dejan una de las escenas lésbicas más bellas del cine. Sarah regresa a su vida con Tom pero nota que algo no está bien, no puede comer y muere de hambre, no puede dormir, ve a Miriam en todos lados. Tom consigue que Sarah se deje tomar una muestra de sangre y cuando la ven se dan cuenta de que se trata de una sangre que no es humana, como si dos sangres pelearan por prevalecer en su sistema y la sangre alienígena está ganando la batalla. Sarah recuerda haber bebido la sangre de Miriam. Palidece, todas sus salidas llevan a Miriam. Llega totalmente descompuesta a la casa y Miriam la recibe y la cuida mientras la mujer le recrimina tener una sangre extraña en su sistema después de haber estado con ella en la cama. Miriam le dice que efectivamente tiene otra sangre, la de ella, que esta pasando por un cambio, que se necesita alimentar de sangre humana para poder estar repuesta. Miriam sale a la calle a buscar un prostituto para que Sarah se alimente. Sarah tiembla hecha un ovillo en la cama, las calcetas en los tobillos, un breve calzón de algodón blanco y una camiseta. Mientras tanto las horas han pasado y Sarah no se ha reportado con Tom. Desesperado llega a las puertas de la casa Blaylock. Toca, la cámara de circuito cerrado lo toma mientras dice buscar a Sarah, Miriam le dice que está enferma en la recámara. Tom insiste en verla y pasa al dormitorio. Sarah al ver a Tom lo toma entre sus brazos y lo besa apasionadamente, con un beso le ruega que le haga el amor en ese momento, Tom trata de separarse argumentando que tiene fiebre, que está enferma, pero la insistencia de los avances de Sarah va rompiendo su resistencia. Sarah ya es vampira y lo mira con un hambre voraz en los ojos. De su cuello cuelga el pendiente de cruz egipcia que era de John. Desenfunda la cuchilla y corta el cuello de Tom. Sarah ha cobrado su primera víctima. Tras el sangriento banquete sale ensangrentada pero completamente repuesta. Miriam al piano la ve entrar y le dice: no fue tan difícil como pensabas. Sarah le sonríe con el pendiente colgándole al pecho y la camiseta chorreada de sangre invitándola a acercarse. Miriam la besa, un beso largo, ansioso, Sarah toma la cruz del pecho de Miriam de un tirón, la cuchilla brilla puntiaguda y afilada. Sarah se la clava en el cuello sin dejar de besarla y la sangre le inunda la boca a Miriam. Horrorizada comienza a gritarle por su nombre. Sarah se va desvaneciendo entre sus brazos. De nuevo Miriam toma el cuerpo inerte de su amante y lo carga hasta el ático. En el centro del techo hay una ventana rota, las palomas han invadido el espacio y vuelan espantadas ante la presencia de Miriam. El cajón para Sarah está listo y Miriam la acaricia mientras repite su nombre llorando. De la oscuridad oye que dicen su nombre, es John que le extiende los brazos descarnados. Lolia otra de sus antiguas amantes se le acerca cadavérica a besarla. Miriam trata de huir de todos ellos y en su intento de escapar cae por el barandal al vacío. Al caer se transforma poco a poco en una momia que no para de gritar.
La música de Schubert que tocaba Miriam se escucha, en un espacio lleno de cortinas de gasa y cómodos cojines.  Sarah rejuvenecida y con una mascada al cuello mira por la ventana, una joven se acerca y la besa en la boca. En una bodega hay un cajón solitario de cuyo interior brota un grito sordo que repite “Sarah”.



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